martes, 1 de marzo de 2011

UN DIÁLOGO BAÑADO EN SANGRE - Por Lucas B.


El sábado pasado, en la penúltima jornada de la 11º Feria del Libro Chaqueño y Regional en la Casa de las Culturas, los escritores Guillermo Saccomano, Miguel Ángel Molfino y Leonardo Oyola dialogaron sobre el "policial negro". La mesa fue coordinada por el escritor y editor Pablo Black.
La sala estaba llena y fría como una cámara frigorífica, el ambiente propicio para un diálogo de este tipo: una morgue. Se corrió el telón, lentamente, creando un suspenso plástico y teatral. Y allí estaban Saccomano, Molfino, Oyola y Black, armados hasta los dientes.
La charla llevaba por título El simple arte de matar. Para empezar, Black sacó una libretita minúscula donde llevaba anotadas sus inquietudes (era tan minúscula que, luego de la charla, ciertas fuentes consultadas dudaron de que realmente pudiera leer algo de ahí). Entonces Black disparó la primera pregunta: ¿Se escribe por venganza? Saccomano dijo que él escribe "por placer", Oyola "por venganza", y Molfino por "cierto afecto por la muerte".
"Un buen cuento, un buen relato, ilumina una parte de la realidad", explicó Saccomano. Esa es su fuente de placer, la literatura como compañera. Por su parte, Molfino repitió aquello de que "siempre tuvo un afecto por la muerte"; de allí tal vez las muerte en su novela Monstruos perfectos. Y agregó que "la muerte cambia una trama literaria, es una emoción que no se compara con nada, ni con el nacimiento". En cambio, Oyola ironizó sobre la pregunta, ya que explicó que en sus novelas se dedicó a vengarse de quienes lo segregaron en su infancia, "por ejemplo quienes me dejaron fuera de los equipos de fútbol".
Luego el diálogo derivó a zonas más delicadas. Saccomano dejó en claro que la violencia política atraviesa nuestra historia, empezando por la novela El matadero, de Esteban Echeverría, y continúa a lo largo de las décadas con toda una tradición institucional de represión, terror y muerte. "La literatura no se puede desprender del contexto. Es esperable que nuestros textos respiren violencia. También hay que mirar las páginas policiales en los diarios, donde traducen todo lo que no explican las páginas de economía. Uno escribe sobre la incomodidad de estas violencias", explicó Saccomano. Y de esa forma, selló lo que para él es la imagen del escritor que escribe observando la realidad.
Para finalizar, y retomando una pregunta que había quedado flotando sobre la posibilidad de crear un héroe (un personaje-detective argentino) —como en el tradicional policial norteamericano— Molfino citó a Borges y señaló: "no se puede crear un héroe de esas características, porque este es un país que colabora con los ladrones".

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