sábado, 26 de marzo de 2011

A ver Tabicados

por Noelia B. Carbó

La noche del 24 de marzo fuimos a ver al Ballet Contemporáneo de la provincia: se ponía en escena la obra Tabicados. No es la primera vez que el Ballet presenta la obra, pero de algún modo parecía que así fuera. El despliegue de pasión que fluía por los cuerpos en movimiento, era como si la viéramos por primera vez, como si nos desgarráramos por primera vez.
La obra es corta (dura apenas unos 26 ó 30 minutos), pero contundente. Desgarradoramente contundente. Ya desde su aparición en escena: cuerpos que se roban, cuerpos que se oponen al destino trágico, cuerpos que gritan, que se desgarran —donde brillan las chicas del Ballet, con la potencia de los movimientos, tan concretos y a la vez tan estirados, hasta casi romperse (no exagero si digo que hicieron que nos amarráramos de la mano del compañero de butaca para sostener la tensión. En ese momento nosotros, sentados, tampoco queríamos que nos lleven).
Luego de este inicio, la tensión está puesta en las parejas; pero no en una etapa feliz de las parejas. La idea está puesta en las separaciones de esas parejas, en el fin del amor y en el inicio de la muerte. Escenas en las que no es posible desprenderse del sentimiento desgarrador que generan los movimientos, sentimiento de pérdida y soledad, en medio de lo que podría ser una ciudad vacía o un calabozo lleno de mierda, en el que un foquito de luz mortecina lucha, él también, por no morir. Al final de la obra, es cuando por fin el espectador puede —o al menos aparenta poder hacerlo— descansar, y se refleja en escena un atisbo de esperanza que nos aleja de la muerte y nos propone un nuevo día.
Excelente la selección musical (Phillipe Glass) que golpea tanto como los movimientos, y el recurso de “tapar” los ojos de los bailarines, aumentando aún más la sensación de desconcierto.
Momentos memorables: Lourdes Orellanoz alzando en brazos a su pareja, con fuerza pero a la vez con tanta dulzura que juntos nos trasladan a un segundo de amor profundo en medio del caos; o el breve instante en que Nicolás Chávez estira los dedos en busca de su amada (Giselle Bogado), mientras una masa de cuerpos lo aleja cada vez más de ella; o cuando los chicos reposan sobre las piernas de sus mujeres, cabeza atrás, y ya sin vendas en los ojos.
Pero me quedo corta, hay muchas más escenas memorables, todos los bailarines recrean momentos memorables, pero para saber cuáles son, tienen que esperar a que Tabicados esté en escena nuevamente y sacar entradas para la primera fila.