Cuando se trata de un filme basado en un texto literario, una fuerte tentación en la que aconsejan no caer es la comparación entre uno y otro, ya que, como se sabe, son dos expresiones artísticas diferentes y cada una se ajusta a sus propias posibilidades estéticas, por nombrar sólo dos entre tantos argumentos razonables. Esto, digamos, puede ser válido para los casos en que el filme fue del agrado del espectador; cuando no, no habría que dudar un instante en aferrarse al texto literario de que se trate y reivindicarlo como a una inocente víctima, o bien condenarlo junto al filme si es tan malo o peor que este. Tres de corazones está basado en El taximetrista, de Juan José Saer, uno de sus mejores cuentos, cuya compleja y oscura trama el director Sergio Renán destruye despiadadamente (como ya supo hacerlo con otros logros de la literatura latinoamericana, y un caso ineludible es la extraordinaria novela El sueño de los héroes de Bioy Casares). La máxima catástrofe es la del guión, donde por ejemplo se resaltan detalles que en el cuento de Saer funcionan como verdaderos giros apoteósicos pero que en la película resultan banalidades difíciles de soportar, como si para describir la belleza de Marilyn Monroe bastara con detenerse únicamente en su lunar. Otra cosa para lamentar del guión es que junto a Renán y Rubén Mira participó en la elaboración del mismo Carlos Gamerro, un gran escritor. Los actores son Nicolás Cabré, Mónica Ayos, China Zorrilla, Roly Serrano y Luís Luque, de los cuales sólo los dos últimos, y sobre todo Luque, merecen compasión.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
Estrenos en Video
Por Pablo Black
Sunshine: Alerta Solar es el octavo largometraje del inglés Danny Boyle, cuyas más famosas realizaciones son La Playa (1999), Exterminio (2003) y la exitosísima Trainspotting, apenas unos pasos atrás del máximo éxito de taquilla en la historia del cine inglés, me refiero a Cuatro bodas y un funeral. En algún momento del siglo XXI la extinción del sol comienza a sentirse en la Tierra y entonces, tras un fallido primer intento, se emprende una segunda misión con el fin de introducir en la mismísima estrella un aparato que le insufle energía. La tripulación del Icarus II sabe de entrada que es prácticamente imposible regresar a casa con vida, pero también sabe y acepta que se trata de una buena razón para morir. Además el filme ofrece un par de escenas de muerte de las más originales del último tiempo, y que son todo un hallazgo de romanticismo dentro del apuro y desapasionamiento característico del género de ciencia ficción: morir, dulce y serenamente, calcinado por el Sol. Abundan en los diálogos las reflexiones profundas, el ser, el cosmos, el polvo estelar que somos (y allí se puede ver en más de una oportunidad que efectivamente somos eso), algo que supongo es lógico y hasta verosímil que aparezca en situaciones de ese tipo, aunque habría que estar allí para saber, para realmente estar seguro si hablaríamos de esas cosas o de cualquier otra pelotudes. El filme es bueno porque tiene un ritmo excelente, porque no se parece en nada a Armagedón, porque la historia de amor es lo de menos y porque no sabemos y tampoco importa lo que esté pasando mientras tanto en el planeta Tierra. Quizá se le pueda reprochar la aparición de un villano con la consistencia física de un holograma y con decididas ganas de terminar con la humanidad y volverse el último hombre del universo, y digo que quizás se le pueda reprochar esto porque tranquilamente hubiera podido no aparecer nunca.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario